Y llegó el Black Friday. ¿Qué te parece si hablamos un poco de las raíces de este día? Porque, probablemente, muchas devotas y devotos compradores no tienen idea de dónde surge todo este jaleo de ofertas, rebajas y promociones. Dices «Franklin D. Roosevelt» y se queda pensando si es el nombre de una nueva marca de zapatillas. Pero no, el Black Friday tiene sus orígenes, sus historias y sus personajes que bien merecen una mención.
Ahora, vamos a sumergirnos un poco en el tiempo, un poco bastante porque nos vamos hasta el siglo XIX. Y es que aunque pienses que el Black Friday tiene sus raíces en las ventas post-Thanksgiving que buscan liquidar stocks antes de Navidad, el primer uso del término tiene un origen más oscuro (o brillante, según se mire), relacionado con la especulación del oro y la crisis financiera que explotó el viernes 24 de septiembre de 1869 en USA. ¡Sí, 1869! No precisamente la época en que esperarías ver a tu abuela haciendo cola frente a un Walmart.
Otro uso del término «Black Friday» fue acuñado por la policía de Filadelfia y Rochester en la década de 1960 para describir el caos de coches y peatones que ocurría el día después de Acción de Gracias a causa del inicio de las compras navideñas y del partido de fútbol americano entre los equipos del ejército y de la marina. Seguro que los policías de aquel entonces no se imaginaban lo que vendría después. ¿Cómo hubiesen llamado a las imágenes de colas, empujones y gente dispuesta a luchar por un televisor con un 10% de descuento? ¿Mad Friday?
Sin embargo, y aunque no usaban el término Black Friday, la conjunción entre el inicio de este periodo de compras justo después de Acción de Gracias se remonta a comienzos del siglo XX con el patrocinio del desfile de Papá Noel, el Día de Acción de Gracias por parte de grandes almacenes como Eaton’s o Macy’s. La navidad está a la vuelta de la esquina y ya le iban indicando a Santa donde podía enviar a sus elfos a hacer la compra.
Lo cierto es que, entre desfiles y caos en las zonas comerciales, el término empezó a arraigar. Llegó para quedarse. No solo en la policía, sino también, y sobre todo, en los medios de comunicación y los comerciantes. Además, para muchos, el término tenía todo el sentido del mundo porque sus números pasaban de rojo a negro a partir de entonces. Las cifras del año empezaban a cuadrar.
Hablando de cifras, vamos a ver algunas, fresquitas, del año pasado (2022), y de USA, que es donde el Black Friday batió récords. Los compradores gastaron 9.120 millones de dólares, según Adobe Analytics. Y sin colas, empujones y batallas campales, cuando no muertos. En 2022 solo el 32% de las personas encuestadas en USA iban a comprar en persona. Un 9% menos que en 2021. La pandemia del COVID-19 aceleró el cambio hacia la compra online que venía produciéndose desde 2003 y 2004. Una tendencia que dio lugar al Cyber Monday en 2005. Fecha en la que ahora se gasta más que en el propio Black Friday, 11.300 millones de dólares en USA en 2022. Las esperas interminables y la gente acampada para el Black Friday son cosa del pasado.
También lo son las escenas de carreras y peleas de todo tipo a las puertas o dentro de los establecimientos. Como aquel hombre en Vancouver que trató de ser Indiana Jones usando su cinturón como látigo en la entrada de una tienda de Adidas. Por el tono de algunos informativos de USA, iba camino de convertirse en una tradición más. ¡Vaya! Ya está aquí el Black Friday con peleas, gente detenida, pistolas taser… ¡Happy Holidays America!
Y aquí estamos, en una era donde, irónicamente, el Black Friday ha evolucionado a una versión online que además comienza y se alarga mucho antes y más allá del día después de Acción de Gracias. Una época en la que, con tanta información y ofertas a nuestro alcance, es fácil olvidar de dónde venimos. Ahora, algunos dirán que es solo un día de compras. Pero para otros, representa un fenómeno cultural, un reflejo de nuestra sociedad y cómo el consumismo ha modelado nuestras tradiciones y festividades.
No olvides en qué fechas estas y todo lo que significaban no hace mucho tiempo. Valora lo que ahorras, pero también lo que ya tienes. Y no olvides dar las gracias o dejarnos una sonrisa a quienes, en Siroko y en cualquier otra marca, hacemos posible este día/semanas/mes. Desde el personal de diseño, producto y marketing que lleva trabajando meses para cautivar tu deseo, a quien te deja el paquete en la puerta de casa o la persona que te atiende en una tienda, pasando por todos esos elfos que trabajan en la producción y en los almacenes de Siroko para que recibas en tiempo y forma lo que has pedido.